miércoles, 29 de febrero de 2012

LAS MARZAS





Las marzas son como un himno solemne con mezcla de plegaria y ronda, que nos corresponde en genio y figura, por su nobleza, lozanía y grandiosidad.

Antigua tradición en Cantabria y más en particular en el Valle de Campoo, que se remonta en los tiempos, en la cual, los mozos del pueblo en la última noche de febrero, cantan Las Marzas, y lo hacen con el fin de obtener viandas o dinero para celebrar una fiesta-cena con lo obtenido.
Provistos de un farol que porta el "mozu mayor" se dirigen todos en grupo a la casa del señor alcalde primero y a la del señor cura después, con el fin de pedir el correspondiente permiso, y lo hacen cantando:

"No es de cortesía, ni es de obediencia, en casa de nobles cantar sin licencia. Si nos da licencia, señor cantaremos y con mucha prudencia, las marzas pediremos".

A continuación sigue la ronda, casa por casa, bien provistos de "berronas" (chiflitos de sahúco), y a la puerta de cada casa el mozo mayor hará siempre la misma pregunta:

"Por la gente que aquí mora, que venimos a deshora, pidiendo los marceros. ¿Cantamos, rezamos o qué hacemos?".
Por lo general, pedirán que se cante, pero no faltan las casas que prefieren que se rece un padrenuestro.

“Esta noble gen­te/ ya nos dio la limosna/ en los Santos Cielos/ Dios les dé la Gloria”.

Si en la casa de turno hay alguna moza que goza de la simpatía especial de alguno de los marceros, la pueden cantar también "los sacramentos de amor", un romance lleno de buenos sentimientos.

Puede ocurrir, aunque es muy poco probable, que en alguna casa no den nada sin una causa justificada y entonces las letras de las coplas de los marceros serán de desaire:

“A los de esta casa sólo les deseamos / que sarna perruna les roa los huesos”.

Con todo lo obtenido, los mozos efectúan una cena en buena armonía, y con lo sobrante, que suele ser más que lo consumido, al día siguiente hacen una comida "la sobremarza" a la que invitan a todas las mozas del pueblo, para finalizar con el consabido baile de panderetas y rabeles.   
    
                Traemos un burro cargado de aceite, para freír los huevos que nos de la gente.
                Traemos un burro cargado de miel, para que las mozas salvan a lamber.
                     
                                La noche de Marzas, tenía un valor añadido para los muchachos que cumplían ese año 18 años y pasaban a la “categoría” de mozos, que les permitía entrar en la taberna, subir al coro de la iglesia, participar en la organización de la fiesta patronal del pueblo... Generalmente se les sometía a ciertas pruebas de tipo viril y otras bromas de mejor o peor gusto, pero siempre sin sobrepasar unos límites razonables. Se les encomendaba, por ejemplo, cargar con las cestas de las viandas recibidas, recoger y limpiar  la mesa después de la cena … etc.

Con relación al origen de las Marzas, se barajan diversas opiniones:
La Real Academia de la Lengua las define así:
Marzas (de marzo), coplas que los mozos van cantando de noche por las casas de las aldeas, en alabanza a la primavera, de los dueños de la casa, etc. – Obsequio de manteca, morcilla, etc. Que se da en cada casa a los marzantes para que se regalen.

En opinión de don Demetrio Duque y Merino, escritor reinosano, se trata de una tradición originaria de Cantabria “ es en la Montaña costumbre, si no antigua muy vieja; de tiempos tan atrás que memoria de homes non es en contrario de que siempre la hubiera. No es fácil conocer ni cómo ni cuándo se iniciaron”.
Para Caro Baroja, Julio, “los mozos son los descendientes de los que en otra época salieron con motivo del comienzo del año “Kalendae Mrtie” cantando las “martiae”, anunciando la venida del primer mes dedicado a un dios de la agricultura, después de los meses purificadores”.
Menéndez Pidal sostiene que provienen de los Celtas cuando llegaron a España, dieciséis siglos antes de Cristo, y existe también la creencia que fueron posteriormente traídas por los romanos, quienes el 15 de febrero celebraban las fiestas lupercales en honor de Pan, tal y como lo recoge Mauritano en sus “Historicorum graecorum”.
Hay quien afirma que son de origen pagano, uno de tantos cultos que en tiempos remotos tributaban a un dios, espíritu o personificación personal.
También se dice que tienen origen en un impuesto y los mozos recorrían el pueblo la última noche de febrero avisando la cobranza y, de paso, cantaban canciones a las mozas. En 1.404 desapareció el impuesto, pero las canciones perduraron.
Otras opiniones sostienen que son un canto a la primavera y al año nuevo, ya que, según el calendario romano, marzo era el primer mes del año y estaba dedicado al dios Marte, que es cuando el sol entra en Aries, primer signo del Zodiaco, cuando tiene lugar el equinoccio, comienzo astronómico de la primavera. Por tanto pueden tener ambas connotaciones: de ser un canto al florecimiento de la primavera y un canto al año nuevo.
 “Marzo florido, seas bien venido – Marzo rosado seas ven llegado”…
En cualquier caso, las Marzas, tal y como hoy las conocemos, con alguna ligera modificación por exigencias del progreso, son una tradición originaria de Cantabria, y en opinión de don Daniel G.Nuevo Zarracina, es en Campoo donde se conservan en su prístina pureza.

Nota: Las fotografías corresponden al certamen de coplas de las Marzas del año 2.011, que el Ayuntamiento de Reinosa organiza todos los años.
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