miércoles, 11 de abril de 2012

UNA FRASE HISTORICA

La Republica hizo más por la educación en su corto periodo de vigencia que en todo el reinado de Alfonso XIII de más de 40 años".

Próximos al día 14 de abril, quiero recordar hoy algo importante en el devenir histórico de nuestro país, La II República Española, de corta vida por cierto pero no por ello corta en ideas progresistas que hoy en día algunas de ellas han recuperado su verdadera dimensión por obra y gracia del partido socialista. Esperamos y deseamos que no se retroceda.


Principios fundamentales de la Constitución de la II República Española:

1. El principio de igualdad de los españoles ante la Ley, al proclamar a España como "una república de trabajadores de toda clase".

2. El principio de laicidad, por el que se iba más allá de la mera separación entre la Iglesia y el Estado para adentrarse en un ámbito de total eliminación de la religión de la vida política.
3. El principio de elección y movilidad de todos los cargos públicos, incluido el Jefe del Estado.
4. El principio monocameral, que suponía la eliminación de una segunda Cámara aristocrática o de estamentos privilegiados y por el cual el poder legislativo sería ejercido por una sola Cámara.
5. Se preveía la posibilidad de la realización de una expropiación forzosa de cualquier tipo de propiedad, a cambio de una indemnización, para utilización social así como la posibilidad de nacionalizar los servicios públicos.
6. Amplia declaración de derechos y libertades. Concedía el voto desde los 23 años con sufragio universal, también femenino (el sufragio femenino se aplica por primera vez en las elecciones de 1933).
7. Separación de la Iglesia y el Estado, además del reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio.

Sabemos que la II República trajo consigo un avance espectacular para los derechos de la ciudadanía y muy especialmente para las mujeres:

La aprobación de una Ley de Divorcio, su derecho a votar y el reconocimiento de la igualdad entre ambos sexos en el trabajo, ocasionaron un avance revolucionario en nuestro país.



Mujeres celebrando el voto femenino

En cuanto a la educación fue una reforma ejemplar que establecía que fuera obligatoria y gratuita. Una escuela pública, laica, mixta, inspirada en el ideal de la solidaridad humana, donde la actividad era el eje de la metodología.

La cual dio lugar posteriormente a la frase citada:
“La República hizo más por la educación en su corto periodo de vigencia que en todo el reinado de Alfonso XIII de más de 40 años”.

En opinión de los expertos la “Reforma de la Educación” fue la clave de los profundos cambios que se iniciaron en España en 1.931.

Esa ley de la reforma de la enseñanza fue sin duda la mejor carta de presentación de la II República. Fue la piedra angular de todas las reformas: Había que instalar un estado democrático y se necesitaba un pueblo alfabetizado. Un tanto por ciento muy elevado de los hombres eran analfabetos y las mujeres aún más.


El 14 de abril de 1.931 la República encontró una España tan analfabeta y desnutrida como ansiosa por aprender. Y los más ilustres escritores, poetas, pedagogos, se pusieron manos a la obra y fueron de pueblo en pueblo con la cultura ambulante.

Se proyectó la construcción de 27.000 escuelas, pero mientras tanto, los ayuntamientos adecentaron salas donde educar a los niños.

Funcionaron las Misiones pedagógicas y Colonias escolares.

En destartaladas camionetas llegaron a las aldeas perdidas bibliotecas itinerantes, proyecciones cinematográficas, teatro, museos ambulantes. En ellas se embarcaron grandes poetas, afamados escritores y maestros con su maletín a los que los lugareños recogían en burro donde las camionetas ya no tenían acceso


También los Institutos Obreros fueron unas instituciones educativas creadas por el Gobierno de la Segunda República. El primero fue creado en la ciudad de Valencia en 1.936, iniciada ya la guerra civil, con la finalidad de dotar a las clases populares, de un nivel adecuado en formación y conocimientos, para elevar el nivel cultural del país y, a la vez, preparar a un grupo de personas para las labores de reconstrucción que serían necesarias cuando finalizara la guerra.





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